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sábado, 14 de febrero de 2015


WIYOHPEYATA WAZIYATA
Libro IV de la Leyenda de Jhuno
Capítulo V: Esperando a los salmones
        Hacía semanas que no la veía, y notaba su ausencia, especialmente por las noches. Él desconocía que el espíritu de Talutah le acompañaba noche y día, y si hubiera podido remar, lo hubiera ayudado en tal menester. Pero los espíritus no pueden remar, no pueden coger cosas, sólo pueden reconfortar, y en estos momentos espíritu de Talutah no podía ni hacer eso siquiera. Pero se lo había prometido, le había prometido que volvería a estar con ella, en el noroeste, y debía de cumplir su promesa.

        Cuando Jhuno se acercó a un río, con su canoa, en el interior de un fiordo en la península de Kenai, justo el punto último antes de ir a la isla Nuka, donde se encontraría con Neurana, vio a un oso, que aguardaba pacientemente en una cascada el paso de los salmones, con la intención de pescar alguno, con un certero manotazo de una de sus garras. El agua casi helada del torrente, no hacía que el oso desesperara en su cometido, que únicamente se despistó, y aparto la mirada del agua, cuando Jhuno apareció, y el animal vio que era una distancia tan corta, que le molestaba.

        Jhuno sabía de la peligrosidad de esos animales, y sabía que nada podía hacer con su arco, que por otra parte, no llevaba encordado, y que soltó rápidamente, a la vez, que llevaba su mano a «la espada negra». Sospechaba que el oso, al ver invadida su zona de pesca, podría atacarle.

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