Fonda Veracruz. En la
Aljama salmantino. En la actualidad es la Escuela de Hostelería. Foto: [Jhuno]
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Libro IV de la Leyenda de Jhuno
Capítulo VI: La Aljama
Atzmon,
era por quien preguntaba Diego, que iba acompañado de Leonor y de Harek, por
las calles estrechas y populosas de la aljama salmantina, hasta que dieron con
él, que se encontraba en su casa un poco por encima de la Iglesia de San Millán,
en la calle del mismo nombre.
Atzmon
era el típico prestamista judío de la época en la península ibérica, negocio éste,
que además de alguno otro, hicieron que esta comunidad, la judía, casi llegara
a poseer toda la riqueza de los reinos cristianos unos cientos de años después,
y que por ello fueran odiados y vilipendiados, por doquier. Pero que además,
era el pagador de ciertos pagarés, esos que abonaban un dinero contra un
documento expedido por otro judío, generalmente, de otra ciudad, en este caso
de Sevilla, y que por una módica comisión hacían efectivo al que se lo
presentase.
Vivía
principalmente de eso, y de prestar dinero a quien se lo pedía, y se lo pedía
mucha gente, pero con los que más ganancias tenía era con la gente más
pudiente, que al fin y al cabo, era quien se aventuraba a mayores gastos. Si
hiciéramos cuentas, en realidad casi la mitad de la ciudad le pertenecía, en
mayor o menor medida, pues no había noble, burgués, tendero, comerciante, o de
cualquier otro gremio que no le debiera dinero.
Su
casa a veces parecía un lugar público, pues hasta ella llegaban los criados con
las pocas monedas semanales que sus amos les habían dado para ir resarciendo la
deuda o pagando los intereses de ella, con el consiguiente recibo documental.
Acto de vileza considerado por los amos de aquellos criados, que no querían por
nada del mundo que los vieran con Atzmon.
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