WIYOHPEYATA WAZIYATA
Libro IV de la Leyenda de Jhuno
Capítulo X: El lugar donde vivió Faridah
Deambular
por la judería, y por los lugares próximos a la Catedral de Santa María era su
principal menester diario, pues si en el primero de los lugares, era donde se
encontraba el dinero, en el segundo era donde mayormente se concentraba la
población, a ver las obras interminables del templo, amén de los hacendados
dueños de las dehesas criadoras de ganado, próximas a la ciudad, que gustaban
de visitar las obras, de vez en cuando, aprovechando sus viajes a la misma, con
motivo de la venta o compra de ganado.
A diario se lamentaba
no haber ido con la persona que le ofreció su hacienda, en el sur, en
Andalucía, aquella joven dama, de la que, no podía negarlo, se había enamorado
nada más verla. Si Leonor de Guzmán le hubiera dado alguna señal, algo que le
hiciera creer que ella le correspondía, de igual manera, se hubiera ido con
ella, e incluso en la actualidad, todo lo dejaría para viajar hasta donde ella
se encontrara. No le hubiera importado el cambiar la historia de su vida, y la
de ella, con sólo una señal que ella le hubiera dado. Pero aquello no había
sucedido, y quien sabe, si en algún tiempo venidero volverían a encontrarse. Si
fuera así, quizás, se decía para sus adentros, quizás se atreviera a declararle
su amor.
Uno de aquellos días,
en que contemplaba la actividad de los obreros de la catedral, el ir y venir de
gentes, a aquel bullicioso lugar, comerciantes, hacendados, damas, guerreros y
escuderos, campesinos que traían sus frutos de las huertas próximas al río
Águeda, que era el que bañaba la ciudad, se le acercó un hombre, entrado ya en
edad, que se dio a conocer como mayoral de una finca, que resultó ser una de
las mayores que había en las proximidades de Ciudad Rodrigo, como pudo saber
con posterioridad.
―Me han dicho que
buscas trabajo en una finca, ¿es cierto?, ―pregunto el mayoral a Harek, sin
haberse presentado siquiera.
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