Vistas de página en total

jueves, 5 de marzo de 2015



 WIYOHPEYATA WAZIYATA
Libro IV de la Leyenda de Jhuno
Capítulo XIII: La aurora boreal
Si para Talutah fuera, la explicación de la Aurora Boreal, seguramente se la achacaría a Wakan Tanga, pensaba Jhuno, y sonreía al saber que aquello no eran más que los reflejos celestiales del Walhalla, del reino de Asgard, donde reinaba Odín y los demás dioses, aquel donde las valquirias llevan a los guerreros muertos en combate.
Una de las principales razones por las que Jhuno, en su venganza contra Thorir, no quiso darle muerte, pues de haber sido así, hubiera sido llevado al Walhalla, y el albino quería para aquél, una existencia humana rastrera hasta el fin de sus días, y que cada día de su malograda existencia, maldijera el momento exacto en que vino al mundo.
Después de tanto viaje, después de tantas cosas que había visto y vivido, después de tanto tiempo transcurrido, todavía sentía inquina hacia aquel vikingo que había matado a su amada. Si la valquiria de sus sueños, Lilan Wakan, en alguno de ellos le hubiera advertido, mientras el drakar que lo llevaba al punto donde lo dejarían en la playa, en tierra de los nauset, y donde conociera a Igashu, antes de aquel desembarco, incluso con sus propias manos, le hubiera causado la muerte-
Sin embargo, su cuerpo respondía ante la perspectiva de no haberle infringido el suficiente dolor, no únicamente en el cuerpo, sino en el alma de aquel abominable ser que lo privó de Talutah. Tanto tiempo solo, tanto tiempo perdido, hasta que la volvió a encontrar.
―Cálmate, amado mío, ya todo aquello pasó, no hay vuelta atrás, estoy contigo y lo estaré siempre, ―le susurraba Talutah al oído a Jhuno, mientras se acurrucaba en su regazo―.
Teniendo a su amada, junto a sí, y descubriéndola desnuda en todo su esplendor, Jhuno logró calmar su alma, a la vez que su cuerpo se alteraba, en progresiones aritmética la primera y geométrica la segunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario