WIYOHPEYATA
WAZIYATA
Libro IV de la Leyenda de Jhuno
Capítulo XIII: La aurora boreal
Si para Talutah fuera, la explicación de la
Aurora Boreal, seguramente se la achacaría a Wakan Tanga, pensaba Jhuno, y sonreía al saber que aquello no eran
más que los reflejos celestiales del Walhalla,
del reino de Asgard, donde reinaba Odín y los demás dioses, aquel donde las
valquirias llevan a los guerreros
muertos en combate.
Una de las principales
razones por las que Jhuno, en su venganza contra Thorir, no quiso darle muerte,
pues de haber sido así, hubiera sido llevado al Walhalla, y el albino quería para aquél, una existencia humana
rastrera hasta el fin de sus días, y que cada día de su malograda existencia,
maldijera el momento exacto en que vino al mundo.
Después de tanto
viaje, después de tantas cosas que había visto y vivido, después de tanto
tiempo transcurrido, todavía sentía inquina hacia aquel vikingo que había matado
a su amada. Si la valquiria de sus sueños, Lilan
Wakan, en alguno de ellos le hubiera advertido, mientras el drakar que lo
llevaba al punto donde lo dejarían en la playa, en tierra de los nauset, y donde conociera a Igashu, antes de aquel desembarco, incluso
con sus propias manos, le hubiera causado la muerte-
Sin embargo, su cuerpo
respondía ante la perspectiva de no haberle infringido el suficiente dolor, no únicamente
en el cuerpo, sino en el alma de aquel abominable ser que lo privó de Talutah. Tanto tiempo solo, tanto tiempo
perdido, hasta que la volvió a encontrar.
―Cálmate, amado mío,
ya todo aquello pasó, no hay vuelta atrás, estoy contigo y lo estaré siempre,
―le susurraba Talutah al oído a
Jhuno, mientras se acurrucaba en su regazo―.
Teniendo a su amada,
junto a sí, y descubriéndola desnuda en todo su esplendor, Jhuno logró calmar
su alma, a la vez que su cuerpo se alteraba, en progresiones aritmética la
primera y geométrica la segunda.
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