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viernes, 22 de enero de 2016

«Camino del Rocío», de Federico María Eder y Gattens

Candela, un "charro" en El Rocío
CAPÍTULO XVIII: : Un charro en El Rocío
Aquel extraño jinete, por sus extrañas vestimentas, observaba el paso de la Quema, por varias hermandades, y cuando había reparado en las vestimentas de los romeros, en sus cabalgaduras y en sus carretas, además de la que abría el camino, la que llevaba el simpecado, observo con cierta perplejidad, como, muchos romeros, tanto hombres como mujeres, llevaban a sus retoños al río, y se los presentaban al que fuera el hermano mayor de la hermandad que tras acogerlos seguía acto seguido echándoles agua en la cabeza, literalmente los «bautizaban», o eso le pareció al jinete.
El caso es que el bautizado, en aquel paso, por ser la primera vez que venía al Rocío, recibe un nombre simbólico que está relacionado con la hermandad, el peregrinaje o con la Virgen del Rocío. Aquel jinete tuvo certeza de ello, cuando, acercándose a algunos romeros, pregunto sobre aquello.
― ¿De dónde eres guapo mozo que llevas unas ropas tan extrañas por estos lares?, —le pregunto una joven, que momentos antes, ella misma y las otras que la acompañaban no quitaban ojo al jinete—.
—Soy charro, y vengo del norte, —dijo amablemente Diego que no dejaba de observar el paso de la hermandad por el vado, en cierto modo asombrado—.
— ¿Charro? ¿Qué es eso?
—Soy de la «tierra de Ciudad Rodrigo», y los que somos de allí, somos charros, y vestimos así.
—Guapo charro, ¿dónde queda eso de Ciudad Rodrigo?
—En la provincia de Salamanca, al oeste, casi pegando con Portugal, al otro lado de las montañas que dan término a la Extremadura.
—No tengo ni idea de lo que me estás diciendo, pero eres muy amable. ¿Vienes a la romería?

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