«Camino
del Rocío», de Federico María Eder y Gattens
Candela, un
"charro" en El Rocío
CAPÍTULO XVIII: : Un
charro en El Rocío
Aquel extraño jinete, por sus extrañas vestimentas,
observaba el paso de la Quema, por varias hermandades, y cuando había reparado
en las vestimentas de los romeros, en sus cabalgaduras y en sus carretas,
además de la que abría el camino, la que llevaba el simpecado, observo con
cierta perplejidad, como, muchos romeros, tanto hombres como mujeres, llevaban
a sus retoños al río, y se los presentaban al que fuera el hermano mayor de la
hermandad que tras acogerlos seguía acto seguido echándoles agua en la cabeza,
literalmente los «bautizaban», o eso le pareció al jinete.
El caso es que el bautizado, en aquel paso, por ser la
primera vez que venía al Rocío, recibe un nombre simbólico que está relacionado
con la hermandad, el peregrinaje o con la Virgen del Rocío. Aquel jinete tuvo
certeza de ello, cuando, acercándose a algunos romeros, pregunto sobre aquello.
― ¿De dónde eres guapo mozo que llevas unas ropas tan
extrañas por estos lares?, —le pregunto una joven, que momentos antes, ella
misma y las otras que la acompañaban no quitaban ojo al jinete—.
—Soy charro, y
vengo del norte, —dijo amablemente Diego que no dejaba de observar el paso de
la hermandad por el vado, en cierto modo asombrado—.
— ¿Charro? ¿Qué
es eso?
—Soy de la «tierra
de Ciudad Rodrigo», y los que somos de allí, somos charros, y vestimos así.
—Guapo charro, ¿dónde queda eso de Ciudad Rodrigo?
—En la provincia de Salamanca, al oeste, casi pegando con
Portugal, al otro lado de las montañas que dan término a la Extremadura.
—No tengo ni idea de lo que me estás diciendo, pero eres
muy amable. ¿Vienes a la romería?
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