Vistas de página en total

jueves, 23 de junio de 2016


Armadura samurai
La sombra del shōgun
Libro V de la Leyenda de Jhuno
CAPÍTULO X: Daishō Masamune
El daishō que Masamune le había regalado a Hayato, en agradecimiento por haberle salvado la vida, era un tanto inusual, pensando, al principio, el samurai, que se trataba más de armas ornamentales que efectivas. Su error se mantuvo, solamente, hasta que las empuñó. Pudo comprobar Hayato que eran armas bien equilibradas, con una hoja fuerte, resistente, con un gran filo. Cuando las tuvo en sus manos, no pudo por menos de maravillarse. Eran las mejores espadas que jamás, un samurai, hubiera podido siquiera soñar, con poseer.
— ¿Te gustan?, — preguntaba Masamune a Hayato.
—Claro que me gustan. Este daishō es un bien que no merezco, pero he de decir que, si bien desde el punto de vista estético, parece un poco exagerado, cuando las tienes en la mano, cobran toda su dimensión como espadas extraordinarias.
—Tienen un defecto, —le dijo rápidamente el forjador de aquel daishō.
— ¿Puedo saber cuál es?, yo no encuentro ninguno, ni a simple vista, ni al manejarlas, —decía Hayato mientras las blandía, tanto la katana como la wakizashi.
—Son espadas de vida. Ya sé que te parece un tanto extraño, pero ese, es su nombre, «espadas de la vida». Tú pensarás que las espadas son para causar la muerte. He ahí, su defecto, estas espadas sólo causaran la muerte de aquel que quiera arrebatársela a su dueño, a ti, en este caso.
—Ese, no es un defecto, maestro, sino más bien una virtud. Nunca he causado muerte alguna a ningún contrincante, excepto a aquellos que tenían intención de causar la mía.
—Me alegra, entonces, habértelas dado. Eres un buen hombre Hayato.
—Muchas gracias, maestro.
Las espadas que conformaban el daishō que le había regalado Masamune, iban destinadas al shikken, de ahí su ornamentación exterior, pero que en nada menoscababan la función para la que habían sido fabricadas y diseñadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario