La sombra del shōgun
Libro V de la Leyenda de Jhuno
CAPÍTULO XI: Yumi
Pero no sólo le maravillaron
las armaduras de aquellos samurais, que, junto al castillo de su destino, se
ejercitaban con distintas armas, especialmente con el yumi, el término japonés para designar a los arcos. Los yumi japoneses se dividen en arcos largos (daikyu)
y arcos cortos (hankyu), usados en la práctica del kyūdō, el tiro con arco japonés. El yumi es excepcionalmente
alto (sobrepasando los dos metros), excediendo la altura del arquero (kyudoka).
Hechos tradicionalmente de bambú, madera y cuero, usando técnicas que no se han
cambiado durante siglos, aunque algunos arqueros (normalmente principiantes), a
día de hoy, pueden usar yumi sintéticos.
El yumi era, desde tiempos muy remotos y es un arma de gran tamaño,
entre doscientos quince y doscientos cuarenta y cinco centímetros, y aunque
esto ya es en sí muy inusual (solo el longbow inglés
se acerca a estas medidas), lo que realmente lo convierte en un arma única es
su asimetría ya que la flecha no se coloca en el centro del arco sino,
aproximadamente, en el primer tercio inferior de éste. La asimetría venía
impuesta por la montura ya que con su tamaño si la fechase colocase en el
centro del arco el extremo inferior de este golpearía en el caballo haciendo
imposible el disparo.
El gran tamaño ayuda a que la
maniobra de tensado requiera menos esfuerzo físico y eso permite al arquero
armarlo con más facilidad, pero sobre todo aguantar más tiempo con la flecha
lista incrementando así el tiempo que puede dedicar a apuntar.
El arco tiene una estructura
laminar y aunque en un primer momento, durante las guerras
Gempei, eran fabricados con madera de árbol caduco reforzado con bambú
posteriormente se usó únicamente este último elemento, tanto para la
fabricación como para el refuerzo. Las cualidades adhesivas del pegamento no
eran muy buenas ni la resistencia al agua la adecuada y eso hizo que se
emplease junto de indias y un lacado
natural purificado denominado urushi que hacía que el arco pudiese
resistir los embates de las duras condiciones climáticas. Pese a ello ni el
arco ni las armaduras estaban diseñadas para combatir bajo la lluvia y mientras
los primeros perdían tensión y eficacia las segundas, por la acción del agua en
los cordajes, se volvían pesadas e incómodas.
La cuerda (tsuru) de un yumi,
parte fundamental del arma, está tradicionalmente hecha con fibra vegetal,
normalmente de cáñamo o ramiro, y estaba recubierta de cera natural para
aumentar su resistencia y hacerla más lisa. Los arqueros modernos usan cuerdas
hechas de materiales sintéticos que, resisten más tiempo (alrededor de mil
disparos). La tensión que producía era máxima y eso hacía que en ocasiones
fuese necesaria la ayuda de varios hombres para montarlo que, no para armarlo.
Las cuerdas por lo general no son substituidas hasta que se rompen; esto causa
que el yumi se doble en la dirección opuesta al modo que está
estructurado, y está considerado como beneficioso para la integridad del yumi.
El punto de apoyo para la flecha se mejora mediante el uso del cáñamo y de la
cola, protegiendo la cuerda y proporcionando así un grosor que ayuda a mantener
la muesca de la flecha sobre la cuerda mientras se dispara.
El ya (flecha)
era de bambú y su fabricación culminaba con la colocación de tres plumas de
águila o halcón en su cola (en ocasiones se empleaban plumas de cisne o de
ganso). Dichas plumas, como ocurre en otras culturas, servían para dar
estabilidad al ya durante el vuelo y para ello le impriman un giro que podía
ser tanto de derecha a izquierda como de izquierda a derecho. En el primer caso
se considera que él ya era masculino y recibía el nombre de hayaya mientras
que en el otro se estima que era femenino y se le denominaba otoya.
El empleo del yumi (arco)
es muy anterior al de la katana y fue precisamente su uso a
caballo, disciplina conocida como kyba no michi, donde
el samurai empezó a forjar su leyenda de gran guerrero.
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