La sombra del shōgun
Libro V de la Leyenda de Jhuno
CAPÍTULO XV: Duelo entre Hayato y Jhuno
Cuando el representante del shōgun
en aquella isla del norte, Hokkaidō el jitō
dueño y señor de aquel shōen, que
constituía la isla entera, territorio exterior del imperio de aquella época,
comenzó a leer el mensaje que le habían entregado la tarde noche anterior, la
de su llegada al shiro (castillo de
montaña), cuando Hayato, junto con Jhuno y sus dos compañeros samurais Kiyoshi y Yusei, a aquel lugar aciago donde tiempo atrás habían perdido la
compañía de su otro compañero Asahi,
todos ellos permanecían en la posición seiza,
como mandaba el protocolo, pero también en señal de respeto al que fuera su
señor.
Lenta y pausadamente libero el mensaje que estaba lacrado con el
sello del shōgun, un dibujo de su kamon en cera roja que lacraba el
mensaje, el cual no podía ser abierto sin romper dicho sello. Cuando lo hubo
hecho se dispuso a leerlo en voz alta, pero antes lo hizo rápidamente para sí
mismo. Comprendió que era una orden del shōgun,
una orden que le obligaba también al mismo:
«Yo Morikuni
Shinnō, Shōgun del Imperio, ordeno por el presente, que el denominado Hayato,
se enfrente en duelo a muerte con el extranjero que le acompaña. Si sobrevive
Hayato, será convenientemente recompensado, si sobrevive el extranjero, ha de
abandonar las tierras de Hokkaidō por el mismo lugar en donde apareció. Si alguno de los
dos declinase llevar a cabo mi orden, se les permitirá hacer lo necesario para
restituir su honor perdido».
Cuando Hayato y sus compañeros escucharon la orden del shōgun, quedaron petrificados, mientras
que Jhuno, no había acertado a comprender bien el lenguaje del mensaje, pese a
que se defendía, más o menos bien con el idioma, el jitō lo había leído de corrido; tanta rapidez había hecho que el
albino se perdiera en el contexto.
A Hayato se le agolparon de repente todos los pensamientos y
conversaciones que había tenido con Jhuno, respecto de aquel y de su espada,
aquella «espada negra» con la que tan
seguro estaba de matar a cualquier enemigo con el que luchara su amigo
extranjero. Pero también le vino a la mente él porque de tal medida por parte
del shōgun. Sabía que detrás de
aquella orden del shōgun estaba el
resentimiento del shikken, el regente
del shōgun, Hōjō
Takatoki, «la sombra del shōgun», quien mandaba de verdad en Japón, por haber sustraído de su destino
la cierta muerte que le esperaba al maestro herrero Masamune, el hacedor del
daishō que portaba, «las espadas de la vida» que sabía habían sido
encargadas por el shikken.
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