Vistas de página en total

jueves, 15 de septiembre de 2016


La sombra del shōgun
Libro V de la Leyenda de Jhuno
CAPÍTULO XX: El tigre blanco
1331 Limán del Amur
Jhuno nunca fue consciente de lo que dejaba atrás cuando abandonaba tierras de Japón. Desde luego, lamentaba profundamente la muerte de Hayato, con el que había llegado a tener una gran amistad. Aquel maestro de la espada, le había enseñado a Jhuno, la forma de morir con honor de los samuráis, una muerte a la que se enfrentan sin miedo alguno, y que preserva, para ellos, todo el honor del guerrero.
Pensaba Jhuno, que quizás en la tierra a la que se dirigía tuviera que realizar una muerte así, o en cierta forma, similar, por la que poder cruzar el umbral que lo separaba de su amada Lilan Wakan, a la que cada día echaba más de menos. Todo el tiempo en que estuvo en Japón, no había tenido contacto con ella, ni espiritual ni carnalmente. Sí, la echaba mucho de menos. Cada día, cada semana, cada mes y año que la perdiera en aquellas lejanas tierras de Mesoamérica la echaba de menos, y cada noche, sobre todo cuando intentaba conciliar el sueño, esperando, en vano, muchas ocasiones, soñar con ella.
Jhuno navegaría por las frías aguas hasta el liman del Amur, el rio del Dragón Negro, pero de los acontecimientos que ocurrirían en las tierras que había dejado, nunca sabría nada. Él viajaría ya por el continente, en dirección al oeste, mientras en las islas del sudeste, aquellas que conformaban el imperio de Japón, y las que lo conformarían mucho más tarde, como la isla del norte en la que también había estado, los acontecimientos que se avecinaban darían con la muerte de todos aquellos que habían intervenido en la muerte de su amigo Hayato, como si de una venganza se tratara, tanto el shōgun, como el shikken, la sombra del shōgun, perdieron la vida.
También le sucedió al jitō, señor del castillo del shoen de la isla del norte, durante los primeros meses del shōgunato de Ashikaga. En este caso fue obligado a cometer seppuku, muriendo de esta manera, en el mismo patio del castillo, en el mismo lugar que, años atrás presenciara la muerte de Hayato. El señor de aquel castillo, si no durante las guerras Genko, viendo los acontecimientos, si en la restauración Kenmu, se había puesto de parte del emperador por lo que había permanecido en su puesto, con proyección de futuro, pero he ahí, que con la subida al poder de Ashikaga, se vio truncada su trayectoria. Es triste que fuera encumbrado por un shōgun y muerto por otro.
Kiyoshi y Yusei también morirían en el intento de lucha contra el shōgun. Primero Yusei, en el sitio de Kamakura, cuando se procedió a la conquista de la sede del último shōgun de Kamakura. Kiyoshi lo haría más tarde, defendiendo los derechos del emperador hasta su muerte, cuando luchaba contra el que sería el primer shōgun, del shōgunato de Ashikaga.
Pero todo ello sucedería sin que Jhuno lo supiera, sin que tuviera nunca noticia de ello, comenzando a poco de que el albino navegando por el mar, siempre hacia el norte, llegara a la desembocadura del río Amur, en lo que se conoce como el liman del Amur.
No le había sido difícil al navegante, vivir de la pesca de aquellos mares, equilibrando la dieta con el wasnâ que antes de embarcar, había elaborado. Era Jhuno un experto cazador y no lo era menos en cuanto a la pesca. A lo largo de los viajes que había realizado por el mundo había aprendido lo mejor de cada cultura, de cada pueblo, de cada zona geográfica, para poder sobrevivir. No tenía problemas en el desierto ni en las grandes praderas o llanuras, tampoco en los grandes bosques, mucho menos en aquella tierra que se asemejara a la suya, dominada por las aguas y las nieves, pero tampoco temía nada de los grandes hielos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario