Espadas gemelas de Gan Jiang y Mo ye
LA TIERRA DONDE HAS DE MORIR
Libro VI de la Leyenda de Jhuno
Capítulo
IX: Las espadas legendarias
Li Shun estaba practicando con su espada a las afueras de su
casa, junto al lago. Ni le gustaba estar viviendo en ciudades ni en aldeas, más
o menos bulliciosas, se podía decir que le gustaba el silencio, practicaba el
silencio. No es que no le gustase el relacionarse con otras personas, que lo
hacía y lo realizaba frecuentemente, lo único que deseaba es estar en silencio
cuando practicaba con la espada.
Viéndolo así practicar con su espada, se podía decir que no
luchaba, que bailaba, que era el danzante de una danza misteriosa que,
únicamente él sabía interpretar. Su brazo, en realidad sus dos brazos, sus
piernas y todo su cuerpo se movían en sintonía con los movimientos de la
espada. A veces, sólo a veces, el brazo y la espada se movían a una velocidad endiablada,
casi imperceptible a los ojos de los demás, mientras el resto de su cuerpo lo
hacía a una velocidad menor. ¿Estaba luchando o estaba bailando? Esa sería una
buena pregunta que, se haría cualquiera si lo viera de esa forma entrenar.
Pero Li Shun necesitaba el silencio, pues sus movimientos no
sólo estaban coordinados con su cuerpo y
con el posible ataque o defensa de un enemigo con el que combatía, sino que
además, el luchaba con su espada en torno alrededor suyo en un espacio de 360º
del que el mismo era el epicentro; lo hacía con todos sus sentidos, la vista,
especialmente el oído, de ahí que buscara el silencio, pero además con ese
sentido del espacio que tienen los grandes luchadores y que les podía llevar a
utilizar la espada, prácticamente a ciegas, si fuera necesario
Durante sus entrenamientos, a veces hacia un brusco giro de su
espada que paraba en el aire, dejando quieta la punta tan sólo unos instantes,
con la que tocaba un insecto, mosca, abeja o mariposa que, se había atrevido a
entrar en el espacio que Li Shun controlaba con sus sentidos. No lo mataba,
aunque hubiera podido hacerlo, respetaba la naturaleza, pero dejaba constancia
de que podía haberlo hecho. A los ojos de cualquiera que lo hubiera visto, de
seguro no se le ocurriría pensar más que se hubiera dado un respiro en sus
entrenamientos, el insecto simplemente se ve a pequeña distancia y se oye su
aleteo, también de manera cercana. Sí, Li Shun era capaz de escuchar el aleteo
de las alas de algunos insectos.
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