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lunes, 18 de diciembre de 2017


El padrón del Salado o Nuestra Señora de la Victoria, Guimarães, distrito de Braga (Portugal) 
LA TIERRA DONDE HAS DE MORIR
Libro VI de la Leyenda de Jhuno
Capítulo X: La ayuda portuguesa
—¿Tú crees que el rey de Portugal, mi suegro, con mi comportamiento para con su hija, mi esposa Maria, accederá a ayudarme en esta empresa?
La pregunta que el rey de Castilla Alfonso XI, hacia a su amante y madre de la mayoría de sus hijos, Leonor de Guzmán, en los aposentos del Alcázar de Sevilla, tenía un razonamiento oculto. Leonor sabía que el trato que el rey daba a su esposa no era el que un rey debe a su reina, ese puesto, de hecho, lo ocupaba ella. Sabiendo que estas circunstancias eran conocidas por todo el mundo, por supuesto, por el rey de Portugal, Alfonso IV, padre de la reina, tal petición era cuando menos temerosa. No obstante, las circunstancias mandaban, según las noticias que le llegaban al rey, los benimerines estaban realizando una invasión en toda regla de la península, la cantidad de sus contingentes armados sobrepasaba al ejército que el rey de Castilla podía reunir. Ciertamente, necesitaba tropas portuguesas, y por supuesto, necesitaba sus barcos en el estrecho. La pregunta, pues, planteaba serias dudas en su respuesta, y eso el rey lo sabía.
—Puedes pedir de nuevo a la reina, que haga la petición en tu nombre, no olvides que es su hija, si el año pasado lo consiguió, no hay nada que indique que esta ocasión no vuelva a hacerlo. Ten presente, que es la reina de Castilla, y en esta guerra con los musulmanes, peligra su reino también.
—Mi suegro no confía en mí, y la situación de la reina, agrava más ese hecho. Yo había pensado en enviar un caballero, un noble, quizás el maestre de la Orden de Santiago, tu hermano.
Leonor pensó en que, si mandaba al maestre de la Orden de Santiago, Alonso Meléndez de Guzmán, su hermano, sería peor, casi una afrenta al rey de Portugal. Así se lo tomaría Alfonso IV, si le enviara el rey de Castilla una petición de ayuda armada, en boca del hermano de la amante del rey. Así se lo hizo saber al monarca.

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