LA TIERRA DONDE HAS DE MORIR
Libro VI de
la Leyenda de Jhuno
Capítulo VI: Las órdenes militares
Dado su doble carácter de instituciones militares y religiosas,
en lo territorial las órdenes desarrollan una doble organización separada para
cada una de estas esferas, aunque a veces no totalmente desligadas.
En lo político-militar se dividían en «encomiendas mayores»,
existiendo una encomienda mayor por cada reino peninsular en el que estuviera
presente la orden en cuestión. Al frente de ellas estaba el comendador mayor.
Le seguían las encomiendas, que eran un conjunto de bienes, no siempre
territoriales ni agrupados, pero que generalmente constituían demarcaciones
territoriales. Las encomiendas eran administradas por un comendador. Las
fortalezas que, por cualquier tipo de causa no estaban bajo el mando del
comendador, tenían a su frente un alcaide nombrado por aquél.
En lo religioso se organizaban por conventos, existiendo un
convento mayor que, constituía la sede de la orden. En el caso de la orden de
Santiago estuvo radicado en Uclés, tras las desavenencias de la orden con el
monarca leonés Fernando II. La orden de Alcántara lo tuvo en la villa cacereña
que le dio nombre.
Los conventos no eran sólo lugares donde vivían los monjes
profesos, sino que constituían prioratos, demarcaciones territoriales
religiosas donde los respectivos priores con el tiempo tuvieron las mismas
atribuciones que los obispados, resultando que las órdenes militares se
sustrajeron al poder episcopal en extensos territorios.
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