En amarillo la principal ruta de la seda, marrón y rojo
conexiones con esa ruta principal, en azul la ruta de las especias, por último,
en gris, la ruta norte de los mongoles.
LA TIERRA DONDE HAS DE MORIR
Libro VI de la Leyenda de Jhuno
Capítulo
XIII: La ruta de la Seda
Desde que
Li-Shun supo que iba a morir, los movimientos con su espada ya, no eran los
mismos, sin que el mismo, dándose cuenta, supiera que era por esta causa,
conformándose de alguna manera con su destino, quizás el cansancio de sus
piernas y brazos, o supiera, de alguna manera que ciertamente no luchaba con un
demonio, con un «demonio blanco» como
le habían llamado desde el primer momento que lo habían visto, sino que se
trataba del mismísimo «dios de la muerte»
que, como tal, era el quien decidía quien debía o no morir y nunca al revés.
«Quizás, se
tratase de una reencarnación de dios japones Enma o del mismo Diyu o
sería el mismísimo Iama (distinta
denominación para el dios de la muerte en Japón, China e India respectivamente)
con el que estaba luchando, por lo que nunca podría vencerlo», pensaba Li-Shun.
En un momento dado, tomó una decisión, no alargaría su agonía, pues estaba
seguro de que al final, moriría. Sencillamente fue bajando, poco a poco, la
velocidad de su brazo y por ende de su jian,
sus piernas ya, no se movían con la celeridad que lo habían hecho hasta
entonces. Al final ocurrió lo inevitable, el gran maestro de la espada, chino,
Li-Shun fue herido mortalmente por aquel dios de la muerte contra el que
combatía, por aquella «espada negra»
que portaba, la cual salió totalmente ensangrentada del cuerpo de Li-Shun, el
cual pudo ver como aquella espada iba absorbiendo la sangre hacia el interior
de su metal, sin que a los pocos instantes se pudiera ver que estaba manchada.
Supo entonces que aquella espada se alimentaba de la sangre de sus enemigos,
fueran estos quienes fueran.
El guerrero
japonés, el samurai que los observaba, Hikaru no daba crédito a sus
ojos, pese a ver que a ver que Jhuno había causado la muerte de Li-Shun, no
podía creerlo. Lo supo nada más ver la herida que infringió con la espada, pero
todavía más cuando el maestro de la espada comenzó a trastabillar para caer de
espaldas al suelo con aquella herida en su pecho que lo hizo abandonar el mundo
de los vivos.
Todos los actores de aquel
combate, tanto Jhuno que portaba la «espada
negra», como Li-Shun al que terminaba de haber herido con ella,
mortalmente, mientras expiraba, así como Hikaru que no perdía detalle del
combate, pudieron observar como la «espada
negra» se bebía literalmente la sangre del enemigo herido mortalmente, es
decir, toda aquella sangre que había brotado de la herida pectoral del maestro
de la espada, era absorbida por el metal negro de aquella espada, hasta que
toda la sangre de la que estaba impregnada desapareció, dejando tan sólo a la
vista, el metal, no reluciente, pues era negro, pero si totalmente limpio de
cualquier gota de sangre.
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