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lunes, 22 de enero de 2018


Recreación de una mazmorra de Samarcanda
LA TIERRA DONDE HAS DE MORIR
Libro VI de la Leyenda de Jhuno
Capítulo XIX: El cautiverio
El lugar donde había sido encerrado, desde luego cumplía todos los cánones que, debe tener una estancia para ser denominada mazmorra, calabozo o celda, un lugar seguro y fuete que, normalmente situado en cárceles o establecimientos penales, sirve para encierro, mayor sujeción y castigo físico de los presos, pero eso claro está desde un punto de vista actual. Estamos en la edad media, cerca del año 1340, en la ciudad de Samarcanda, y en ese concepto histórico y geográfico, esos conceptos quedan un poco desvirtuados. Allí, en los subterráneos de la ciudadela, es donde se encontraba la mazmorra donde había sido llevado Jhuno.
Como termino general, podíamos decir que las galerías de la mazmorra constan de pasadizos de circulación y celdas, propiamente dichas. Las mazmorras tienen las circunstancias de ser oscuras y horribles, pero con una característica que la empeora por su finalidad: el tormento. En un castillo lo primero que se construía era la terrible mazmorra, que incluso hoy día espanta, pero en la mayoría de los casos era ocupada por delincuentes culpables, y que sólo volvían a contemplar la luz del día en los instantes previos a la exposición de sus cuellos al hacha del verdugo, si no morían en la mazmorra por las torturas.
Está claro que uso de mazmorras era principalmente para encierro y tortura; eran subterráneas para infundir mayor terror a los presos cuando los llevaban allí y para evitar que en el mundo exterior se oigan sus gritos de dolor cuando eran torturados. Algunas celdas tenían cráneos o esqueletos encadenados de presos que habían muerto anteriormente de hambre o por torturas, lo cual hacía más horrible el aspecto de las mazmorras, pues daban macabra compañía a los presos vivos y les daban a entender que ellos también iban a correr la misma suerte en castigo por los delitos por los cuales fueron traídos allí. Estas razones y la asociación de las mismas con los temores claustrofóbicos de la gente a quedarse encerrado bajo tierra han convertido a las mazmorras en una poderosa metáfora en gran variedad de contextos, historias, leyendas y películas de terror.
La mazmorra ha pasado a la historia y al inconsciente colectivo como una serie interminable de galerías subterráneas apenas iluminadas por unas antorchas empotradas en la pared, los reos desnudos colgados de las muñecas con grilletes unidos a unas cadenas empotradas en el muro, y los verdugos con capucha en la cabeza y látigo en la mano con el cual flagelan día y noche a los reos; pero además de los latigazos empleaban también otros métodos de tortura: potro, cepo, palmeta, desgarramientos, mutilaciones, quemaduras, empalamiento, etc.

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