El cuarto jinete
Libro VII de La Leyenda de Jhuno
CAPITULO
II: La muerte de Halima
William Bohun,
el conde de Northampton había dado permiso para que algunos de sus hombres, se
dirigieran al sur para hacer acopio de víveres. En realidad, se trataba de
saquear tierras francesas, a diario si fuera posible, donde quemaban sus
granjas, robaban lo que podían de las cosechas y se llevaban sus animales,
siempre que esto fuera viable. Aquellas columnas de hombres, los menos a
caballo, eran, en territorio francés una autentica plaga, especialmente para
aquellos que la sufrían, los campesinos.
No
solamente se robaba todo aquello que, valía para ejército inglés, sino que todo
aquello que no se podía transportar, se destruía, incluso se envenenaban los
pozos, y como no, se incendiaban haciendas y molinos, o bien se procedía al
destrozo indiscriminado de huertos, todo valía si se menoscababa la opción del
enemigo y se acrecentaba la suya propia.
Las
cabalgadas de los ingleses por toda Bretaña, a veces sobrepasaba sus límites,
con cierto peligro, claro está, de encontrarse lejos de sus bases con franceses
bien armados, tanto en dirección este como en dirección sur. Pero al final,
siempre volvían a Bretaña, pues era, allí donde se sentían fuertes. Esta era la
forma que, tenían de avituallar al ejército en Bretaña, tan lejos ahora de
Inglaterra.
Aquello,
no solamente asolaba la región, sino que para defenderla los franceses debían
distraer tropas por amplias zonas de tu territorio, en menoscabo de su
ejército.
De
aquellos contingentes de más de mil soldados cada uno de ellos que se dedicaron
a hacer este tipo de cosas por aquella región y alrededores, se iban desgajando
grupos menores que hacían lo propio en un despliegue similar al de un abanico,
para abarcar así más territorio.
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