Escudo de armas del conde de Northampton
El cuarto jinete
Libro VII de La Leyenda de Jhuno
CAPITULO III: El conde de Northampton
Mientras
el hijo de ambos jugaba con Ska,
Talutah y Jhuno conversaban sobre lo acontecido a Harek.
—¿Entonces
mi hermano se ha salvado? —preguntaba Jhuno a su bien amada—.
—Sí,
cariño, tu hermano se ha salvado, al menos, de momento. Ahora se dirige hacia
su destino.
—¡No
sabes cuánto te lo agradezco!
—Hay
cosas que puedo hacer, pero hay otras que no podré hacer, respecto de Harek.
—Sí,
lo sé, ya me lo has comentado anteriormente. Es la única familia que me queda,
es el último de mi estirpe.
Lilan Wakan sabía que ciertamente Harek sería el
último de la estirpe de Jhuno, pero no quiso decírselo, puesto que no podía
hacer nada por evitarlo. La maldición de «la
espada negra», la maldición de Kali, era más poderosa que ella misma.
Aquella espada, aquella diosa negra, habían sido la causa de tantas muertes,
entre ellas la de su amado Jhuno, pero también la suya propia, la de su hijo,
así como la de todos aquellos seres queridos por Jhuno, en cualquier lugar del
mundo donde se encontrasen, en cualquier momento. Tal era la fuerza de aquella
maldición. Sin embargo, ahora, «la espada
negra» estaba oculta en una cueva, lo estaría por muchos años. Talutah, a
veces dudada, si aquella maldición se pudiera llegar a dar en la persona de
Harek que, sin embargo, sabía que se produciría, pues ella era capaz de ver esa
muerte. No obstante, ignoraba cual sería el vehículo que elegiría la diosa Kali
para llevar a efecto su venganza, su maldición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario