Mapa de la peste negra
El cuarto jinete
Libro VII de La Leyenda de Jhuno
CAPÍTULO XVI: Regreso a Génova
A finales de marzo
del año 1347 las embarcaciones salidas poco tiempo antes de Caffa, al frente de
las cuales iba la galera capitaneada por Palmiro, donde también viajaba su
familia, llegó a la ciudad de Constantinopla, con el fin de aprovisionarse de
víveres, pues los que habían embarcado en Caffa eran muy escasos. Antes habían
pasado cerca de la ciudad de Quersoneso que se hallaba bajo el control genovés
desde el año 1300, para después recalar en las ciudades de Sulima y Mangalia,
ambas en la costa actual de Rumanía.
Mangalia,
concretamente era uno de los puertos más importantes del mar Negro, conocida
también como Pangalia por los turcos, Tomisovara por los rumanos y por los
griegos como Panglicara. Varna, más al sur de las otras dos anteriores, en la
actual costa búlgara, donde gobernaba por aquel entonces Balik, sobre unas
tierras que entonces recibían el nombre de Despotado de Dobruja, antes que como
principado de Karvuna. La última ciudad en la que recalaron fue Bourgas la
ciudad que estaba rodeada de lagos, también en la actual costa búlgara. Habían recorrido, de esta manera, de
oriente a occidente y de norte a sur, las costas occidentales del mar Negro,
dejando la muerte tras ellos.
De esta manera,
las naves que comandaba Palmiro, iban desparramando el contagio de la
enfermedad que ellos portaban, por todo el litoral occidental del mar Negro
que, a los contagiados en esas ciudades les causaría también, gran mortandad,
como en el caso de Varna, donde murió, por esta causa, su gobernante Balik. La
contaminación no sólo quedaba relegada a esas ciudades, sino que empezó a
extenderse hacia el interior.
Ni los embarcados
en aquellas naves que huían de Caffa hacia la metrópoli Génova, ni por las
gentes de los puertos en los que fondeaban aquellas naves, camino de
Constantinopla, eran conscientes, en un principio de la propagación de aquella
enfermedad que diezmaba poco a poco a los emigrantes hacia la metrópoli
genovesa, pero que cuando llegaron a Constantinopla, eran tal el número de
muertos habidos en las naves, que algunos barcos quedaron en alta mar, con
todos sus viajeros fallecidos.
Palmiro se vio
obligado a abandonar algunas naves en aguas del mar Negro, todas ellas llenas
de cadáveres, trasvasando a los que todavía estaban vivos a las otras galeras,
siempre con la misión de fondo de que pudieran seguir siendo gobernadas por un
número suficiente para poder seguir con el viaje.
Todo su afán era
poder llegar a Constantinopla, concretamente al enclave de Pera, al norte de la
ciudad, al otro lado del río Cuerno de
Oro, donde se asentaban desde hacía tiempo Venecianos y Genoveses. Enclave
de estas potencias comerciales del mediterráneo para su comercio de ultramar,
con los enclaves comerciales del mar Negro, por tanto, conectado con las rutas
terrestres que llegaban hasta el extremo oriente, pero en las mismas entrañas
de la ciudad más comercial de todas, Constantinopla.
Parte de aquella flota macabra arribó a
Constantinopla con las cubiertas atestadas de muertos y moribundos, algo
irónico si se tiene en cuenta que allí había tenido lugar la mencionada plaga de Justiniano ochocientos años
antes. Al final recalaron en la parte norte de la ciudad de Constantinopla,
denominada Pera, en el actual distrito de Estambul de Beyoğlu.
Este distrito está
situado en la parte europea de la ciudad y separado del casco antiguo
(península histórica de Constantinopla) por el Cuerno de Oro. En la Edad Media,
se conocía como Pera que, en
griego significa «el otro lado»,
nombre que se utilizó hasta principios del siglo XX.
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