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lunes, 13 de mayo de 2019


Mapa de la peste negra
El cuarto jinete
Libro VII de La Leyenda de Jhuno
CAPÍTULO XVI: Regreso a Génova
A finales de marzo del año 1347 las embarcaciones salidas poco tiempo antes de Caffa, al frente de las cuales iba la galera capitaneada por Palmiro, donde también viajaba su familia, llegó a la ciudad de Constantinopla, con el fin de aprovisionarse de víveres, pues los que habían embarcado en Caffa eran muy escasos. Antes habían pasado cerca de la ciudad de Quersoneso que se hallaba bajo el control genovés desde el año 1300, para después recalar en las ciudades de Sulima y Mangalia, ambas en la costa actual de Rumanía.
Mangalia, concretamente era uno de los puertos más importantes del mar Negro, conocida también como Pangalia por los turcos, Tomisovara por los rumanos y por los griegos como Panglicara. Varna, más al sur de las otras dos anteriores, en la actual costa búlgara, donde gobernaba por aquel entonces Balik, sobre unas tierras que entonces recibían el nombre de Despotado de Dobruja, antes que como principado de Karvuna. La última ciudad en la que recalaron fue Bourgas la ciudad que estaba rodeada de lagos, también en la actual costa búlgara. Habían recorrido, de esta manera, de oriente a occidente y de norte a sur, las costas occidentales del mar Negro, dejando la muerte tras ellos.
De esta manera, las naves que comandaba Palmiro, iban desparramando el contagio de la enfermedad que ellos portaban, por todo el litoral occidental del mar Negro que, a los contagiados en esas ciudades les causaría también, gran mortandad, como en el caso de Varna, donde murió, por esta causa, su gobernante Balik. La contaminación no sólo quedaba relegada a esas ciudades, sino que empezó a extenderse hacia el interior.
Ni los embarcados en aquellas naves que huían de Caffa hacia la metrópoli Génova, ni por las gentes de los puertos en los que fondeaban aquellas naves, camino de Constantinopla, eran conscientes, en un principio de la propagación de aquella enfermedad que diezmaba poco a poco a los emigrantes hacia la metrópoli genovesa, pero que cuando llegaron a Constantinopla, eran tal el número de muertos habidos en las naves, que algunos barcos quedaron en alta mar, con todos sus viajeros fallecidos.
Palmiro se vio obligado a abandonar algunas naves en aguas del mar Negro, todas ellas llenas de cadáveres, trasvasando a los que todavía estaban vivos a las otras galeras, siempre con la misión de fondo de que pudieran seguir siendo gobernadas por un número suficiente para poder seguir con el viaje.
Todo su afán era poder llegar a Constantinopla, concretamente al enclave de Pera, al norte de la ciudad, al otro lado del río Cuerno de Oro, donde se asentaban desde hacía tiempo Venecianos y Genoveses. Enclave de estas potencias comerciales del mediterráneo para su comercio de ultramar, con los enclaves comerciales del mar Negro, por tanto, conectado con las rutas terrestres que llegaban hasta el extremo oriente, pero en las mismas entrañas de la ciudad más comercial de todas, Constantinopla.
 Parte de aquella flota macabra arribó a Constantinopla con las cubiertas atestadas de muertos y moribundos, algo irónico si se tiene en cuenta que allí había tenido lugar la mencionada plaga de Justiniano ochocientos años antes. Al final recalaron en la parte norte de la ciudad de Constantinopla, denominada Pera, en el actual distrito de Estambul de Beyoğlu.
Este distrito está situado en la parte europea de la ciudad y separado del casco antiguo (península histórica de Constantinopla) por el Cuerno de Oro. En la Edad Media, se conocía como Pera que, en griego significa «el otro lado», nombre que se utilizó hasta principios del siglo XX.

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