Paveses de los utilizados por los ballesteros para su defensa
El cuarto jinete
Libro VII de La Leyenda de Jhuno
Capitulo X: La ballesta
La necesidad fue
la que creó esta arma y es que la guerra exigía un arco más potente, capaz de
perforar las cada vez mejores protecciones metálicas de los caballeros. Las
soluciones pasaban por el arco compuesto o el arco largo pero las dificultades
técnicas de construcción del primero y los diez o quince años necesarios para
entrenar a un arquero competente para el segundo, favorecieron la búsqueda de
una alternativa. Así, la solución fue la ballesta.
Aparece
aproximadamente en el siglo X, en la guerra de asedio en el norte de Francia y
rápidamente se extendió por Europa. Tal vez los normandos ya la empleaban en
1066, asombrando a los bizantinos en 1096 que desconocía por completo esta
arma.
Según parece,
serían los árabes los que introdujeron la ballesta en la península ibérica,
allá por el siglo XI, alcanzando rápidamente una gran difusión. Como todo el
mundo sabe, se trata de un armazón de madera sobre el que se montaba una pala
igualmente de madera, de acero o una combinación madera y acero. La cuerda se
solía fabricar con fibras vegetales o tendones de animales en función de la
potencia de la pala o verga, la cual a veces se forraba de cuero, sobre todo
cuando se trataba de palas compuestas.
Las primeras
ballestas medievales eran artefactos muy primitivos. Se tensaban apoyando el
arco, de tipo simple, en el suelo y sujetándolo con los pies, al tiempo que,
con las dos manos, se tiraba de la cuerda hasta sujetarla en la muesca de un
primitivo disparador en forma de palanca que empujaba la cuerda, liberándola.
Ya en la segunda mitad del siglo XII, las ballestas eran lo suficientemente
potentes como para que se pudieran tensar con la mano, con lo que se tuvo que
introducir el estribo, una pieza sujeta a la cureña en el que se introducía el
pie para sujetar el arco. Enseguida aparecieron sistemas mecánicos para tensar
la cuerda basados en el principio del torno.
Por otra
parte, la ballesta era considerada un artefacto para cobardes. El desprecio de
la aristocracia por el arma propulsada a distancia llega hasta el Renacimiento
y aunque la Iglesia y el Imperio trataron de prohibir su empleo, su potencia y
su fácil manejo hicieron que se propagase por toda Europa en los siglos XIII y
XIV.
De esta
manera, hay que señalar que la ballesta fue utilizada normalmente por
mercenarios, a menudo de origen italiano, de donde procedía la madera de tejo
que se consideraba la más apropiadas para la construcción de los arcos, si bien
se señalan hasta cinco tipos de madera para su finalización.
Otra de
las ventajas de la ballesta la encontramos en sus proyectiles, ya que empleaba
dardos (virotes, cuadrillos) más cortos, de cabeza piramidal maciza que eran
más baratos y perforantes. El dardo de verga metálica podía atravesar corazas
inaccesibles para un arquero.
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